Millones de personas pasan cada año por las instalaciones del aeropuerto de El Prat, y es en los meses de verano donde el tráfico es mayor. Muchos de ellos usan los servicios de las salas VIP de la terminal 1, pioneros y únicos en España desde su inauguración en el año 2010.
Estas salas VIP son cada día más demandadas. Para cada vez más gente, lejos de ser un lujo tonto e innecesario, se trata de una gran idea para hacer las esperas más agradables, así como rentabilizar el tiempo y las horas muertas.
Si el año de su puesta en funcionamiento pasaron por ellas más de 400.00 usuarios, las cifras han aumentado en estos dos años, hasta alcanzar el medio millón de pasajeros. Curioso, porque mientras las aerolíneas comprueban que cada vez más gente se pasa de la clase business a la turista, en los aeropuertos sucede lo contrario y cada vez más demanda los servicios de tierra asociados a esta categoría de billete.
El acceso a las salas VIP de El Prat, bautizadas con nombres de personalidades catalanas (Pau Casals, Joan Miró y Mari Pepa Colomer, primera mujer piloto del país) cuesta 25. Son una especie de oasis, un refugio completamente equipado con cómodos sofás, prensa internacional, una sala de descanso, televisiones, duchas, wifi y, aunque todavía en fase de pruebas, catas exprés de vinos españoles, además de un amplio buffet libre.
Otro servicio estrella, aunque en este caso no tenga nada que ver con las salas VIP, es el Aqua Urban Spa que, junto a la peluquería, conforma el espacio air beauty, que cuenta con un completo circuito termal que solo cuesta 10 €.
Estos servicio son un claro ejemplo de la tendencia de desarrollo de los grandes aeropuertos: ciudades independientes con servicios más amplios y más variados, tanto para trabajadores como para los pasajeros. Así da gusto que nuestro vuelo se retrase.