Una de las fiestas gastronómicas más populares y significativas de Cataluña es la de La Calçotada. Para quien no la conozca, se trata de una tradición con más de un siglo de vida que consiste en asar en las brasas de un buen fuego los calçots, una variedad de cebolla blanca, dulce y alargada, acompañada de carne, salsa y buen vino.
El epicentro de La Calçotada es la comarca de Valls, en la provincia de Barcelona, desde donde se extendió y popularizó por el resto de Catalunya. Por eso en invierno, tiempo de calçots, es cuando resulta más apropiado y agradable emprender una ruta gastronómica a Valls para saborear una magnífica calçotada.
Según la leyenda, a finales del siglo XIX un agricultor de Valls tuvo la feliz idea de cocinar esta variedad de cebolleta a las brasas de un fuego e incluso ideó una salsa de romesco para acompañar este manjar con ingredientes muy parecidos a los de nuestros días. Esta salsa en Valls es conocda como Salvitxada y es el acompañamiento inseparable de los calçots.
Con el tiempo los calçots se fueron convirtiendo en la comida habitual de muchas familias en los días festivos, pero fue sobre todo a partir de la década de los 60 cuando empezó a popularizarse su consumo, sobre todo gracias a la iniciativa de algunos importantes restauradores de la zona.
Hoy en día todo el mundo conoce, aprecia y saborea los calçots. Muchas agencias de viajes incluyen una calçotada en los itinerarios turísticos de la zona. Es así como un plato bastante humilde ha pasado a formar parte de la tradición más viva de Cataluña que no podemos dejar de probar enm nuestro viaje a Barcelona.